Una paloma blanca llegó a un lote abandonado. Su
apariencia reflejaba melancolía inevitable a causa de un quebranto de salud.
Lagrimas llenas de ternura se hicieron uno con aquel árido lugar que en tiempos
de antaño era conocido como un paraíso celestial.
- El tiempo sin lluvias ha cesado – dijo un
gusano emergiendo justo del sitio donde la primera lagrima se había plantado.
No tardó el gusano en darse cuenta que era la glamorosa ave la que había
derramado su alma a través de sus ojos.
- ¿Cómo puede un ser de tal belleza radiante
expresar esa congoja en sus ojos?
- Mi salud se ha visto afectada - afirmó la paloma sin mirar a su
interlocutor - y no tener control de los eventos aumenta sin remedio los
pesares y padecimientos. El laberinto de la vida absorbe mis anhelos y me
pregunto de donde vendrá mi consuelo.
El gusano de inmediato reconoció la
circunstancia. No era un Déja Vu. Ya lo había vivido. Suspiró, sonrió y miró al
cielo. Con mirada punzante, con la certeza de esgrimir acerca de algo conocido
expresó:
“Si tan solo miraras el firmamento leerías con
tu corazón el mensaje de un pergamino que se extiende desde la eternidad hasta
la eternidad. Donde la debilidad se transforma en fortaleza. Donde lo vil y
menospreciado se hace digno y admirable. Donde una sonrisa empieza en el
oriente y termina en el occidente resplandeciendo un amor capaz de alumbrar en
cada rincón en que los sueños han dejado de germinar a causa de los afanes de
la vida. Cátedras puedo brindar de las incontables veces en que bajé la cabeza
donde pensé que no habría futuro de un presente donde el pasado me lastimó.
Gusano soy, no lo negaré. Pero recuerdo las palabras guiadas por el viento, ese
que en el principio se paseaba sobre las aguas, que me anunciaban una crisálida
donde lo insignificante quedaría atrás, para emerger lo que siempre habitó en
lo más profundo de mí ser. Ese día mis alas adornadas por un pincel colosal, me
llevarán a la cima de un árbol frondoso donde seguramente veré a aquella ave
que un día lloró en un lote abandonado.”
La paloma derramó una lágrima, de felicidad en
esta ocasión. De inmediato sus quebrantos de salud huyeron cual gacela que huye
del mas diestro cazador. Con un brillo especial en sus ojos extendió sus alas y
con el sello del gozo que distingue al que ha vencido, esbozó al partir:
“La cima nos espera… no tardes”
FIN
Por Ariel Sierra Casanova
Por grandes que sean las dificultades de la vida, nunca pensemos que Dios nos a abandonado, asi como llegan, tambien se van llendo,para dejarnos que cada vivencia es una maravilla de Dios, donde aprendemos a sobresalir adelante.
ResponderEliminarHermosoo mensajee
ResponderEliminarAgradesco sus consejos , Dios le bendiga
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